Jefe médico que atendió al Papa reconoce que Francisco estuvo a punto morir

El cirujano Sergio Alfieri ha sido el jefe del equipo médico que ha atendido al Papa Francisco durante los 38 días de hospitalización en el Gemelli. En varias ocasiones, ha estado a cargo de la atención médica del Pontífice, incluida la cirugía de colon a la que se sometió en 2021. En este último ingreso el papel de Alfieri no se limitó únicamente a los tratamientos, sino que también fue el encargado de la comunicación con el entorno del Papa y con los medios de comunicación.

Ahora, por primera vez, ha ofrecido una entrevista exclusiva al Corriere della Sera contando los momentos más difíciles que atravesó el Santo Padre en el hospital.

El 28 de febrero, cuando el Papa Francisco llevaba 14 días ingresado en el Hospital Gemelli, su estado de salud sufrió un deterioro repentino. Un broncoespasmo severo, acompañado de una grave dificultad respiratoria, puso en peligro su vida. En ese momento crítico, el Santo Padre, plenamente consciente de la situación, pidió ayuda.

El profesor Sergio Alfieri, médico responsable de su tratamiento, recordó ese instante como el peor de toda la hospitalización: «Por primera vez vi lágrimas en los ojos de algunas personas a su alrededor. Personas que, según he podido entender durante este período de hospitalización, lo quieren sinceramente, como a un padre».

La situación era extremadamente delicada y requería una elección rápida y decisiva. El equipo médico se enfrentó a un dilema: «Tuvimos que elegir entre parar y dejarlo ir o forzarlo y probar todos los medicamentos y terapias posibles, corriendo el riesgo muy alto de dañar otros órganos», explicó Alfieri. Finalmente, optaron por intentar todo lo posible para salvarlo.

Sin embargo, la decisión final correspondía al propio Papa Francisco. «El Santo Padre siempre decide. Ha delegado todo tipo de decisiones sanitarias en Massimiliano Strappetti, su asistente médico personal, que conoce perfectamente los deseos del Papa». En ese momento, Francisco dio una respuesta clara: «Inténtalo todo, no te rindas».

Durante las horas siguientes, los médicos enfrentaron el desafío de controlar la infección pulmonar sin dañar otros órganos vitales como los riñones y la médula ósea. La situación seguía siendo crítica, pero poco a poco el tratamiento comenzó a dar resultados.

«Durante días corrimos el riesgo de dañar los riñones y la médula ósea, pero seguimos adelante», relató Alfieri. Finalmente, el organismo del Pontífice respondió a los tratamientos y la infección empezó a ceder.